miércoles, 24 de diciembre de 2014

Es solo otra entrada sobre las fiestas

Llega ese momento en la vida de todo niño adulto o adolescente veterano en el que nos preguntamos ¿Cuándo/cómo/por qué mierda envejecí tanto?

Mataría por saber cuando fue que dejé de ver las fiestas como los días más emocionantes del año y los empecé a considerar como la oportunidad perfecta de ser un hipócrita feliz. 
Me encantaría saber que hice en mi vida para de un momento para el otro tener 'diferencias' con mis consanguíneos. 
No me malinterpreten, no me refiero a pelearme con ellos ni nada por el estilo, sino a perder esa homogeneidad que me apegaba tanto a ellos y comenzar a ver y sentir las diferencias de personalidad.
¿Cuándo fue que perdí la complicidad con mis primos? ¿Cuándo fue que dejé de pelearme por la última luz de bengala o la última bomba para tirar? ¿Cuándo fue que dejaron de amenazarme con papá noël para avisarme que me queda poco tiempo bajo el techo de mi casa?
Ojo, siempre odié las fiestas gracias al típico argumento de que son una fiesta comercial que solo buscan vender y que además  implican un gran trasfondo religioso con el que nunca estuve de acuerdo; pero siempre las vi como la oportunidad para pasar bien y nutrirte de la energía que se respira en el aire ya desde el primer comercial en televisión con el gordo barbudo vestido de rojo -nunca pasa de moda eso-.
En síntesis, me gustan las fiestas, me gusta su espíritu pero me molesta tener que ponerle linda cara a comentarios y personas que en la vida real los mandaría a la mierda. Pero es lindo, está bueno que todos se pongan en personaje y luchen por mantener la sintonía familiar

martes, 28 de octubre de 2014

Corazones de colores

Nunca se preguntaron: "¿Cómo terminé así? ¿Cómo terminé acá? o ¿Qué me pasó?" No necesariamente de mala manera, es más mi caso es totalmente opuesto a eso. Siento que ésto es tan bueno que me desconcierta, realmente no creo merecer ésto; realmente no creo merecer tanta felicidad. 
Me desconcierta el hecho de cómo ella contraría todos los planes que tenía para mi, para mi vida -a corto plazo- y como en tantos aspectos es tan contraria a todo lo que yo quería encontrar. Pero el que busca donde no debe, se encuentra con lo que no quiere y al que pacientemente deja de buscar, la vida -a sus tiempos- lo suele premiar. 
Estoy parado en esa linea entre el miedo y la confianza en la que todos alguna vez supimos caminar y es ahí justo cuando me pongo a pensar: Si ésto me hace bien ¿Por qué actúo como si estuviera haciendo las cosas mal?
Y me respondí -pero no con palabras- es una de las pocas veces en mi vida donde me paro y me respondo con acciones, es una de las pocas veces en las que no permito que el análisis me impida disfrutar. Es una de las pocas veces donde doy rienda suelta a mis impulsos y tan solo me suelto a confiar.

¿Por qué nos cuesta tanto hacer eso? ¿Tanto miedo tenemos hacia los demás? Creo que todos cometemos el error de medir a las personas con la vara de la experiencia y creer que somos los jueces de una causa que jamás existió. El fiscal me abandonó por no tener pruebas suficientes para declarar culpable a la acusada y hoy soy yo quien tiene que declarar inimputable a alguien que jamás me hizo nada. Nada más que hacerme reír -ya sea frente a un teléfono, a sus ojos o a los comentarios de mis amigos que calurosamente me hacen sentir mejor-

Desde los temas que son incómodos desde tocar, hasta interrumpirnos para decir la misma banda, al mismo tiempo o simplemente tirarnos a conversar sobre cosas de las que creemos poder opinar, todo se hace hermoso solo con su tono de voz. 
Es raro verme a mi hablando sobre éste tipo de cosas, admito que me siento cómodo igual... No es más que todo lo que siempre quise, hablar de sentimientos sin miedo, hablar de confiar sin tener una segunda intención y poder sentir la confianza de ser realmente quien soy con alguien que ya ha demostrado estar ahí -de igual o mayor manera- siempre y cuando yo solo le de la garantía de que sea mutuo. 
Y eso me gusta, lo recíproco. Y eso me gusta, su pelo, sus ojos, su risa, su cara al recién levantarse, sus 'me lo banco', su tono de voz, su forma de ser, la forma en la que me mira, la seguridad que me da su presencia, los besos, la compañía, el compartir miles de cosas -tantas que no podría jamás hacer una lista-, el dormir, el levantarme y que esté allí; el hecho de que me haga reir y miles de cosas más que me hace sentir que ustedes nunca van a saber. 

¿Y la línea donde estaba parado? me dejé caer, y ya supondran hacia que lado...
¡Qué asco! Vomito corazones, corazones de colores.